El proceso de elección ha estado lleno de dudas y jugaditas y ha mostrado nuevamente fallas institucionales y políticas del sistema. Es urgente una reforma al equilibrio de poderes que corrija esto.
Hoy vemos cómo todos los partidos, el Presidente y hasta el actual Contralor (2022) terminan moviéndose juntos para definir esta elección. Preveo que nada va a cambiar. Mi voto será independiente y en blanco.
Mientras tienen a los medios y a la gente hablando de la reducción de salarios de congresistas y el impuesto al azúcar, los corruptos sonríen tranquilos ante la complacencia de los órganos de control. ¡Allí es donde se pierden billones de pesos!
El nuevo Contralor debe garantizar que la institución no seguirá siendo utilizada como herramienta de persecución política, no seguirá acolitando la corrupción y no servirá de botín burocrático. El balance del contralor saliente es pésimo.
La Contraloría, más deslegitimada que nunca, debe ser realmente garante del buen uso de los recursos públicos. Espero que, a diferencia del Contralor actual, el nuevo sí preste atención a las numerosas denuncias presentadas sobre lo que sucede en la Alcaldía de Medellín.
Lo repetiré hasta el cansancio: el principal problema de Colombia no es ideológico sino ético. El papel de la Contraloría es fundamental para reconstruir la confianza en las instituciones.
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